25/11/08

9 consejos básicos para de preparación psicológica en padel


Algunos simples consejos para ejecutar bien en padel.
1- Intentar no pensar en cosas que nada tienen que ver con el padel: marcador, pasado (mi rival siempre me gana / siempre gano a este rival, aquella bola era buena y me la ha cantado fuera, etc…), futuro (5-3 a favor / en contra, este set ya lo he ganado / perdido, …). El marcador también puede hacernos perder la concentración. La cuestión es que ninguna de estas cosas nos ayudan a jugar a padel, puesto que no nos indican ni la posición en pista, ni el gesto técnico ni la estrategia frente al rival. Estos pensamientos suelen aparecer en los momentos de pausa entre punto y punto e incluso entre juego y juego.
2- Durante el juego, no se debe pensar ni analizar nada, simplemente se debe jugar a padel. El análisis se debe realizar durante las pausas entre puntos o entre juegos, a poder ser acompañando dicho análisis con algún tipo de ritual conductual (ej: jugar con los agujeros de la pala mientras las estamos mirando) para poder automatizar esta conducta. Durante el juego, simplemente se debe ejecutar la intención, sin tiempo de analizar.
3- La concentración enfocada hacia la bola: especialmente en el momento del impacto, puesto que de este impacto depende la trayectoria de la misma y, si no focalizamos la atención hacia la bola, podemos fallar por muy preparada que tuviéramos la estrategia.
4- Reforzarnos ante los éxitos: es decir, cuando se realiza un buen golpe debemos reconocerlo como tal, mediante lo que se conoce como un refuerzo verbal (ej: ¡Vamosssss!). Cuando el resultado de una conducta es reforzado positivamente (entendiendo el refuerzo positivo como un premio), aumenta la probabilidad de repetir esta conducta.
5- Aprender de los errores: si ante un error golpeamos la pala contra el suelo o nos maldecimos, lo único que podemos conseguir es descentrarnos y sobrepasar el nivel idóneo de activación. Si, por el contrario, al cometer un error (ej: pelota a la red) analizamos el porqué y visualizamos (o gestualizamos) cuál debería haber sido el golpe para no fallar (ej: abriendo más la pala), entonces el error se convierte en una fuente de aprendizaje que nos ayudará a evitar este error, y de esta forma le sacamos provecho al error.
6- Marcarse objetivos: una de las estrategias para alcanzar el flujo (estado de concentración estrecho hacia los estímulos importantes del juego) es marcarse objetivos, como por ejemplo intentar tres primeros saques seguidos, o devolver tres restos de primer saque, concentrándose para alcanzar este objetivo.
7- Autodiálogo positivo: hablarse positivamente entre punto y punto es una buena estrategia para autorregularse, reforzarse o planificar. Un punto clave es evitar a toda costa las autocríticas. También es esencial usar palabras o frases de autorrefuerzo como clave para obtener impulso adicional.
8- Inducir el buen humor: si estamos de buen humor disfrutaremos con el juego, nuestro autodiálogo será más positivo y no reaccionaremos agresivamente ante los errores. Para ello sugiero que forcéis una mueca de sonrisa, puesto que la configuración muscular que requiere la mueca de sonrisa hace que el cerebro la identifique como positiva y se encarga de segregar en la sangre sustancias de acorde con la emoción. (W. James se pregunto: ¿Lloramos porque estamos tristes o estamos tristes porque lloramos?)
9- Control del estado de activación: todos tenemos un punto de activación ideal, no es el mismo para todas las personas, pero suele ser constante para una misma persona. Si estamos demasiado acelerados, nos podemos bloquear y jugar con miedo; para ello sería preciso un autodiálogo de calma y sobre todo una respiración de relajación (aspirar lentamente, sostener unos segundos el aire y expirar lentamente). Si estamos cortos de activación, podemos sentir pereza, pocas ganas de jugar, etc…Entonces necesitamos aumentar la activación, ya sea realizando un buen calentamiento para aumentar la tasa cardiaca y apretando los dientes como cuando nos enojamos, para que el cerebro identifique la situación muscular como enojo y de la orden de segregar sustancias energéticas en la sangre para afrontar el enojo (ej: adrenalina).
Es muy importante no definir un partido de tenis como un problema, sino que cualquier competición debe ser conceptualizada como un desafío, para, de esta forma, disfrutar del proceso (el juego en sí) por encima del resultado (pensamiento en futuro).

Padres, hijos y deporte


Lo que cualquier padre desea o debería desear de un hijo es poderle ofrecer una educación sana y constructiva; el deporte ofrece este tipo de educación, pero sería una estrategia errónea optar por una educación deportiva obligada. El hijo debe tener el derecho a optar por la no participación en el deporte. Eso sí, alentar (sin chantajes ni intimidaciones) es la estrategia más efectiva.
Es tarea de los entrenadores proporcionar información objetiva sobre los fundamentos del deporte en cuestión, y cuando digo objetiva me refiero a evitar la típica situación de “venderles la moto”, es decir, generar expectativas demasiado elevadas.
Es sabido que muchos padres consideran a sus hijos como una prolongación de sí mismos, orientándoles hacia lo que ellos hubieran querido pero no pudieron, definiendo qué metas deben alcanzar (metas que ellos mismos hubieran deseado alcanzar), cargando sobre las espaldas de sus hijos una responsabilidad que puede interferir muy seriamente en la ejecución deportiva.
Los padres deben reconocer el derecho que cada joven tiene a desarrollar su potencial atlético en una atmósfera que enfatice la participación, el desarrollo personal y la diversión.
¿Cuáles deberían ser las responsabilidades parentales?
1- ¿Pueden ceder los padres a sus hijos? Esto requiere poner al muchacho/a completamente al cargo del entrenador y confiar en que dirigirá su experiencia deportiva; para ello se debe aceptar la autoridad del entrenador y el hecho de que éste pueda ganar la admiración del chaval, antes exclusiva del padre.
2- ¿Pueden los padres admitir sus limitaciones? Los padres deben convencerse de que la respuesta apropiada ante un error es una declaración honesta. No deben vacilar en comentar abiertamente el tema con su hijo.
3- ¿Pueden los padres aceptar los triunfos de su hijo? Esto suena fácil, pero no siempre es así. Algunos padres no lo hacen, pero en realidad pueden mostrarse más competitivos con sus hijos varones. Cuando un chico destaca en la competición puede existir la tendencia a recalcar errores sin importancia o describir cómo hubo otros que lo hicieron mejor.
4- ¿Pueden los padres aceptar las frustraciones de sus hijos? Aceptar las frustraciones de un muchacho puede significar el ser espectador de cómo pierde un partido, mientras otros lo ganan, o no mostrarse confundido, avergonzado o enfadado cuando su hijo de diez años llora tras la derrota. Es en estos casos donde los padres pueden verter positividad ante las derrotas.
5- ¿Pueden los padres mostrar auto-control a sus hijos? Los padres deberían tener presente que son unos modelos para sus hijos. El entrenador puede tener dificultades pedagógicas para enseñar auto-control a los chavales si un padre pierde el control durante un partido.
6- ¿Pueden los padres dedicar algún tiempo a su hijo? Algunos padres están tan sumamente ocupados que se convierten en un problema ya que quieren y están interesados en alentar a sus hijos. Nunca deberían prometer más tiempo del que puedan conceder. Lo ideal en estos casos sería que el padre se interesara en pedir a su hijo sobre el desarrollo de los entrenamientos e intentar acudir a algún partido.
7- ¿Pueden los padres permitir a sus hijos que tomen sus propias decisiones? El deporte puede ser una introducción al proceso principal que constituye la emancipación. No se puede moldear a los hijos, sino más bien aportar directrices y consejos a las intenciones del chaval, siempre dentro de unos límites razonables.
Los mayores problemas surgen durante la competición, donde a veces se pueden perder los papeles de buena compostura. Vamos a ver algunas reglas que pueden ayudar a guardar tal compostura:
1- Los padres deberían permanecer en la zona de espectadores durante la competición, a poder ser sentados.
2- Los padres no deberían gritar instrucciones ni críticas a sus hijos.
3- Los padres no deberían hacer comentarios despectivos de jugadores del equipo contrario o de otros padres ni de árbitros ni de directivos.
4- Los padres no deberían inferir con las tareas del entrenador de sus hijos. Deberían ceder gustosamente la responsabilidad de sus hijos al entrenador durante el partido.
Por su parte, los entrenadores deberían responder gustosamente a las inquietudes de los padres acerca de sus hijos.

El Agarrotamiento


Podemos hablar de agarrotamiento en aquellos casos en que observamos que un deportista ve deteriorada progresivamente su ejecución y parece incapaz de recuperar el control por sí mismo.
Para entender el proceso de agarrotamiento fijémonos en la siguiente figura:


Para empezar, las causas del agarrotamiento de un deportista pueden estar altamente individualizadas, es decir, lo que puede agarrotar a un individuo, puede no alterar a otro.
Por otra parte, cuanto más emocionalmente importante es un acontecimiento deportivo, más potencial de agarrotamiento tendrá, de manera que , los deportistas que intervienen por primera vez en partidos dentro de un campeonato o que tienen que realizar un tiro crítico para obtener la victoria, actúan muy frecuentemente por debajo de sus posibilidades, debido a la acentuación de los cambios fisiológicos y atencionales que se muestran en la figura.
El aspecto más deseable es poder prevenir el agarrotamiento antes de que suceda. Para ello es indispensable un buen entrenamiento que incluya ensayos similares al evento al que nos vamos a enfrentar, es decir, una anticipación de ciertos aspectos del evento (ej: ensayar el saque con un marcador adverso, relajarse y ritualizar unos tiros libres, etc…). De la misma forma, y para minimizar los síntomas fisiológicos, instruirse en alguna técnica de relajación puede ser útil para disminuir la tasa cardiaca y respiratoria, así como la tonificación muscular, de manera que se eliminen las sensaciones físicas asociadas a la tensión excesiva y reducir el número de distractores atencionales.
Sin embargo, durante un acontecimiento deportivo pueden surgir contratiempos inesperados que conduzcan al agarrotamiento, como pueda ser un error inesperado y la percepción del incremento fisiológico (tensión muscular, tasa cardiaca).
Imaginemos una situación en un partido de tenis donde se comete una doble falta con ventaja al resto; el jugador se da cuenta e intenta controlarse mediante autodiálogo: “Vamos, relájate. El partido no es en realidad tan importante”. Sin embargo una pequeña voz interior le dice: “Sí que lo es y estás haciendo el ridículo”. La pérdida de confianza creada por los sentimientos y el fracaso hace dudar de la propia capacidad. En el caso de un deportista con un alto grado de confianza puede funcionar, en este caso, el auto-desafío, utilizando la frustración y el cólera para ayudar a concentrarse en la tarea; cuando la confianza es baja, se debe focalizar la atención en algo más, específicamente en el proceso. Hay individuos que intentan auto-motivarse pensando en las consecuencias de una buena ejecución deportiva: “Si gano este campeonato seré un héroe”, “Si gano la final tendré un buen premio económico” “Si pierdo mi padre se enfadará”, etc… El problema es que, si estando en plena competición se focaliza en las consecuencias, se da paso a posibles emociones negativas, desfocalización de la atención y espiral negativa hacia el agarrotamiento.
Para evitar esto, el primer paso es reconocer que se tiene la atención focalizada hacia las consecuencias y determinar un camino para refocalizar hacia el proceso, entrenado previamente, de forma que la atención hacia las consecuencias sea la señal para hacer un esfuerzo cognitivo y focalizar hacia el proceso.
De todas formas, no siempre es malo pensar en las consecuencias; así por ejemplo, un deportista que se sienta perezoso o cansado puede invertir esta situación pensando en las consecuencias positivas de ejecutar bien.
Por último, si un deportista entra en una fase de agarrotamiento aguda, con poca posibilidad de salir de ella por sí mismo, el entrenador debería percatarse de la situación y aprovechar un momento de descanso o juego parado para indicarle algunos estímulos del proceso hacia los que debe focalizar su atención.